
Martes 28 de agosto de 2012. Se hace público que Alfonso Sánchez-Tabernero será el nuevo rector de la Universidad de Navarra. Foto: Manuel Castells
Alfonso Sánchez-Tabernero (Salamanca, España, 1961) estudió Periodismo en la Universidad de Navarra. Iba a clase y tomaba apuntes en las aulas del Edificio Central, cuando las lecciones de la entonces Facultad de Ciencias de la Información se impartían allí. Tras algunos cambios, algunas idas y venidas, 30 años después, sigue en ese Edificio Central. Pero ya no frecuenta tanto las clases. Ahora llega a la universidad en coche oficial, tiene secretaria y ocupa el despacho más importante del primer piso. Reconoce que ya no es dueño de su agenda, que acude a más actos representativos de los que le gustaría y que su responsabilidad es mucho mayor. Desde hace 100 días, desde el 4 de septiembre, el catedrático de Empresa Informativa y profesor de fcom Alfonso Sánchez-Tabernero es, también, el rector de la Universidad de Navarra.
—¿Qué se le pasa a una persona por la cabeza cuando le ofrecen convertirse en el rector?
—Creo que lo primero fue preguntarme si los que habían tomado la decisión lo habían pensado bien. Pero después lo que pensé fue que la Universidad de Navarra es una institución increíble, singular, sólida, donde trabaja gente extraordinaria, y yo voy a tener la oportunidad de impulsarla durante unos cuantos años… por lo que solamente se me ocurren palabras de agradecimiento ante proyectos desafiantes y con impacto como este. Creo que soy un privilegiado por poder dirigir la universidad.
—¿Cuál es la rutina del rector?
—No hay mucha rutina porque los días son bastante variados dependiendo de si tengo clase, si tengo viaje, si tengo que salir a la ciudad para ver gente… Digamos que comienzo a las 9:00, veo asuntos pendientes, me organizo un poco la jornada. A las 9:30 viene el secretario general, que es con quien despacho las cosas que tenemos en marcha. Y, después, dedico el tiempo a estar con los directivos de la universidad: vicerrectores, administrador general… Dedico tiempo a estar con las personas con las que se relaciona institucionalmente la universidad: empresarios, políticos, gente de la cultura… Algunas veces tengo viajes de relaciones externas. Doy clase dos tardes por semana, y tengo un tiempo dedicado a la investigación, los viernes de 16:15 a 19:30.

Lunes 3 de septiembre. Primer día de curso. Un día antes de su toma de posesión como rector, Alfonso Sánchez-Tabernero da una sesión a los alumnos de primero. Foto: M.C.
—Usted es un profesional de la comunicación. ¿En qué cree que las competencias en comunicación le han ayudado en las labores directivas?
—Dirigir implica involucrar a una gente en un proyecto y me parece que la formación que he recibido me ayuda en este aspecto. Creo que me resulta más fácil mostrar que el proyecto que tiene la universidad es grande, atractivo, valioso y, con ello, creo que es posible que a la gente le atraiga y se sume a este proyecto.
—¿Esas competencias le han ayudado, por ejemplo, en la parte de su trabajo que consiste en tratar con personas con las que se relaciona institucionalmente la universidad?
—Lo que percibo es que en general me llevo bien con la gente, con gente muy variada, y quizá por esa formación que he recibido me resulta fácil ponerme en el lugar de mi interlocutor y entender qué le sucede o cuáles son sus preocupaciones, y pensar que lo que él espera de mí es que yo le pueda ayudar. Si le ayudo, también él intentará ayudarme a mí. Pero a mí no me interesa que me ayuden a mí, me interesa que ayuden a la Universidad de Navarra. Y la gente que puede ayudarla es muy variada. Ayuda a la hora de dar permiso para que se construya un edificio, ayuda económica, prácticas para alumnos… Es variadísimo lo que puede hacer cada persona, por eso la capacidad de tener empatía con los demás se puede poner al servicio de la universidad.

Martes 4 de septiembre. Toma de posesión en Rectorado. Alfonso Sánchez-Tabernero aplaude a su predecesor, Ángel J. Gómez Montoro. Foto: M.C.
—Ha sido decano de facultad, vicerrector en dos áreas, ahora es el rector… ¿esa misma vocación que tenía hacia el periodismo la tiene también hacia las labores directivas?
—Parece ser que sí. Pero la vida está llena de paradojas. A mí me gustaba el mundo de las Humanidades, pero no quería dar clase y por eso estudié Periodismo. Y acabé dando clase. Cuando terminé la carrera e hice el doctorado, mi objetivo era ser consultor de compañías de comunicación al mismo tiempo que profesor. Pero me fueron cayendo tareas de dirección y solo pude ser consultor unos pocos años. Parte de lo que pasa en la vida, uno lo elige, y parte, sucede. Yo no decidí dirigir, pero es lo que llevo haciendo 20 años, desde que tenía 30. Lo máximo que he estado sin dirigir han sido tres días… Quien dirige lo hace porque es interesante y porque puede hacerlo razonablemente bien. Todo tiene coste de oportunidad, al hacer una cosa dejas de hacer otra. Yo nunca he dirigido con la sensación de ser un héroe por dejar de hacer algo. Dejo de hacer algo valioso, o interesante, o relevante, o con capacidad de servir a otros, pero si he decidido aceptar un nombramiento es porque era más interesante o relevante que lo que dejaba. Ya se ve que en lo que llevo de vida profesional he sido sobre todo profesor de comunicación y directivo, y no lo que había pensado en un principio. Pero estoy encantado de haber hecho esto que yo no había previsto.
—A pesar de conocer muy bien la universidad, ¿se ve diferente desde el nuevo cargo?
—No ha cambiado mi conocimiento de la universidad. Lo que ha cambiado es la función y la responsabilidad. Yo despachaba muchas veces con el rector anterior, pero al final es el rector quien decide si vamos hacia delante o no. Esa es la tarea que ha cambiado, la que ahora me toca cumplir a mí. Pero el conocimiento no ha cambiado.
—La Universidad de Navarra es un obra corporativa del Opus Dei. ¿Le ha resultado muy difícil lidiar con las ideas negativas y las hostilidades que hay hacia esta universidad?
—Bueno, hay de todo. Hay gente que tiene prejuicios negativos, creo que inmerecidos, y hay gente que tiene una convicción de que todo lo que tiene que ver con el Opus Dei es perfecto, también inmerecido. Hay prejuicios positivos y negativos. Yo me encuentro con gente que cree que aquí no tenemos pecado original, y aquí hacemos cada día muchas cosas mal. Suceden las dos cosas, hay gente que nos sobrevalora, y gente que nos juzga con excesiva dureza. Pero creo que con casi todo el mundo es fácil entenderse si se tiene cierta actitud de respeto. Una persona no tiene por qué estar de acuerdo contigo para que pueda haber entendimiento, a no ser que sea un fanático, y yo de momento no he tenido que tratar con fanáticos. He tenido que tratar con gente de distintos modos de pensar y hasta ahora con todos me he entendido muy bien. Lo que veo es que si existen prejuicios negativos, muchas veces tienen que ver con el desconocimiento de la realidad. Hace tiempo alguien me decía “no os quería porque no os conocía”. ¿Cómo se destruyen los prejuicios? Pues con la cercanía, con proximidad. Porque a fin de cuentas, ¿qué es la Universidad de Navarra? Es un lugar que quiere formar gente que actúe honradamente y con alta capacidad profesional y que impulse la frontera de la ciencia al servicio de las personas. Oponerse a eso es muy complicado. Es difícil que eso no genere por lo menos respeto y luego entusiasmo, adhesión, esperanza…
—Las hostilidades no son solamente prejuicios o desconocimiento. También hay malas experiencias.
—Puede suceder, pero creo que las experiencias negativas se acaban olvidando, porque la memoria es frágil. Creo que ese no es el problema. Muchas veces el problema es, a priori, ideológico. Todo alumno que ha estado en la universidad, por ejemplo, tiene experiencias negativas. Clases mal dadas, notas que considera injustas… Yo mismo como alumno viví cosas que no me gustaron, pero no por eso tengo una lista de agravios que me lleven a no tener afecto a la universidad. Pero me refiero a un a priori radical: estas personas son tal, y hagan lo que hagan yo lo interpretaré mal. Creo que ese es el problema, pero así es la vida y no hay que preocuparse en exceso. Los alumnos que están en la universidad están bien, la universidad les trata bien… Los que tienen prejuicios no es que hayan tenido una experiencia negativa, sino que vinieron con una posición tan radical, tan cerrada, que aunque alguien les manifieste su amor eterno, la manifestación será interpretada como un “algo malo quiere de mí”. Ante esto no hay mucho que hacer. El problema del prejuicio no lo tiene la universidad, lo tiene quien vive con prejuicios, porque es un modo de vivir sin la posibilidad de ver la belleza de la vida, ver las cosas buenas… El fanático, el radical, el que juzga con rencor tiene un problema. No en lo que juzga sino en él mismo, que juzga.

Viernes 14 de septiembre. Apertura de curso en la Universidad de Navarra. El rector, entre la presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, y el presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán. Foto: M.C.
—¿Es positivo que una institución dedicada a la enseñanza se declare católica?
—A mí me parece que en un momento de desconcierto, el que alguien tenga un proyecto educativo claro da seguridad. Siempre pongo la misma comparación por venir de donde provengo, que es el mundo de la comunicación: imaginemos un modelo radiofónico, televisivo, o un diario que no tuviese proyecto editorial… que le diese igual el liberalismo, que el socialismo, la monarquía que la república, la unidad de España que la fragmentación del Estado… Esto generaría desconcierto en el lector. Este, por poner el caso de un diario, cuando compra el diario espera una información prometida, explícita o implícitamente. Hay un pacto de lectura que consiste precisamente en que tú me vas a contar qué ha sucedido pero de acuerdo a unos principios que tú y yo, editor y lector, compartimos, y no quiero que esos principios se pongan en tela de juicio porque son en los que yo creo. Un paralelismo muy grande se puede establecer entre ese proyecto editorial y el proyecto educativo de la Universidad de Navarra. Yo no quiero formar gente con un conocimiento técnico espectacular pero que luego sean unos insolidarios, unas personas que mientan, que se dediquen a explotar a otros. Tenemos el proyecto de formar a buenos profesionales pero grandes personas también. Quitemos la adversativa: y excelentes personas. Es decir, gente que vive con grandes propuestas que coinciden con los valores del pensamiento cristiano. Es una de las grandes ventajas que tiene la Universidad de Navarra y creo que es algo que los que vienen aquí valoran. Muchos lo valoran al llegar y muchos más lo valoran al salir.
—Hace unos días circuló por Twitter un texto que afirmaba que en esta institución se somete a los alumnos a una selección ideológica. ¿Qué responde?
—No respondo nada, no me dedico a responder a esas cosas. Cualquiera es libre de decir lo que le dé la gana. Incluso cosas que no tienen que ver con la evidencia empírica como es este caso. Si la pregunta, con independencia de lo que esa persona haya publicado, es si hay selección ideológica en la Universidad de Navarra, todos lo que están aquí saben que esto no es cierto. Seleccionamos gente que tenga talento y ganas de estudiar. Nuestro proyecto es público. Hay gente que no querrá venir por nuestro proyecto. Pero eso no es un acto de selección ideológica; volviendo al ejemplo anterior, me parece razonable que un republicano no compre el ABC y que alguien que ame la unidad de España no compre el Gara. Pero eso no es selección ideológica por parte de los diarios, es el ejercicio de la libertad que hacen los que compran el diario. Aquí sucede lo mismo. Cada uno es libre de venir y no venir.

Martes 25 de septiembre. El rector, entrevistado en la ETB. Foto: cedida.
—En la unav hay muchos profesores que son antiguos alumnos; usted, por ejemplo. ¿No se corre el riesgo de crear un ambiente endogámico?
—Tenemos que estar atentos para que eso no suceda. En mi caso, yo estuve siete años dando clase en otra universidad y, al igual que yo, son muchos los que también han estado fuera. Algunos no han estudiado aquí, pero queremos que todos los que han estudiado aquí, al menos una larga temporada, estén fuera. Entre otras cosas porque eso genera conocimiento, apertura hacia nuevas ideas, cercanía con los colegas… Y esto es lo que me parece que nos lleva a evitar la endogamia. También está la internacionalidad. Creo que en los próximos años contrataremos a más profesores de otros países y eso nos llevará a estar abiertos a nuevas experiencias, nuevos perfiles profesionales, y esto nos ayudará precisamente a tener un hummus intelectual más rico, más variado, que es el caldo de cultivo para el cambio.
—Entre sus objetivos como rector destacó el fomentar la investigación y conseguir más fondos para becas. Dado el contexto de crisis, ¿no son objetivos un poco a contracorriente?
—Hace poco alguien me decía que con la crisis había dos opciones: una era ponerse a llorar y la otra era vender kleenex al que lloraba. Nosotros no somos llorones, no vivimos en la cultura de la queja, no estamos lamentándonos, y viendo quién fue el culpable. A nosotros nos toca esforzarnos. Nos parece que tenemos un proyecto apasionante y el talento y la creatividad son las armas que usamos para resolver los problemas. La Universidad de Navarra no puede estar dirigida por analistas de problemas, sino por gente que sepa solucionarlos. Hay países donde no hay crisis y por tanto esos países pueden ser lugares que nos den posibilidades de empleo, posibilidades de financiar nuestras actividades. En cuanto a la tarea de captar fondos, creo que más que nunca estamos haciendo esa tarea fuera de España. La crisis presenta oportunidades que en tiempos de bonanza no se producen. Es verdad que estamos en crisis, pero esos proyectos de convertir la universidad en una institución más internacional, con más capacidad investigadora, con un posgrado más atractivo, lo vamos a conseguir en estos años de crisis.

Miércoles 3 de octubre. Inauguración en Madrid de la nueva sede del ISEM Fashion Business School. El rector, la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, y la presidenta de la escuela, Covadonga O'Shea. Foto: cedida.
—Si hay que apostar en tiempos de crisis, ¿por qué en España solo se recorta?
—Desgraciadamente, ante la crisis la solución más fácil suele ser la solución equivocada. En España hemos adoptado esta solución, que es eliminar costes que a corto plazo alivian el presupuesto y que no tienen efecto negativo a corto plazo, pero sí a largo plazo. Yo creo que se está desaprovechando la oportunidad que otorga la crisis para replantear cuál debe ser el tamaño del Estado, cómo podemos conseguir instituciones públicas eficientes… Me parece que el error consiste en recortar con lo fácil sin pensar en el efecto a largo plazo de ese recorte.
—Entonces, cuando se está en la cabeza de una institución, como es su caso, ¿se debe apostar por el largo plazo?
—Se debe apostar por las dos cosas. A corto plazo hay que sobrevivir pero es fundamental no tomar decisiones que solamente protejan la supervivencia a corto plazo, sino también a largo plazo. Aquí no somos sprinters sino corredores de fondo, y muchas cosas de las que hacemos tendrán como efecto la solidez, el prestigio, la fuerza de la universidad en las próximas décadas. Eso es lo propio del gobierno: no solo buscar el efecto a corto plazo, también el futuro y sostenibilidad de las instituciones. Y esto se puede proyectar a nivel familiar, individual, institucional, en el ámbito de un país…
—¿Cómo se adapta la Universidad de Navarra a la crisis?
—El anterior rector decía que para llegar adonde queríamos llegar antes, ahora tenemos que remar el doble. Se adapta a la crisis con trabajo, creatividad, internacionalidad, porque cuanto menor es el ámbito geográfico donde estás presente, mayor es tu vulnerabilidad, y al revés. Si te conviertes en una institución que está en muchos lugares eso te hace menos vulnerable. Nosotros hemos conseguido que la crisis no haga que disminuya el número de solicitudes en la universidad gracias a las que llegan de alumnos internacionales.
—¿En la unav no hay recortes?
—No nos financiamos con dinero público, por lo que si el Estado tiene que gastar menos dinero, no nos afecta. Además, no ha disminuido el número de alumnos de grado y de posgrado, que es nuestra fuente de ingresos. Desde el punto de vista económico nos afectan tres cosas. La primera es que hay menos dinero público para investigación y eso nos lleva a tener que buscar ese dinero en otro sitio. La segunda es en la captación de fondos: antes de la crisis, la Asociación de Amigos conseguía 7 millones de euros anuales para financiar becas y construcción de edificios. Ahora, con la crisis, esa cantidad ha decrecido a un poco más de 5 millones. Eso quiere decir que vamos más despacio en algunos proyectos. Estamos yendo a otros países a buscar dinero. El tercer ámbito económico en el que nos afecta la crisis es la Clínica Universidad de Navarra: en el último ejercicio, sus ingresos descendieron un 4,8% y esto lleva a tener que tomar algunas medidas de ajuste: ante la crisis necesitamos ser creativos para buscar otras fuentes de ingresos en vez de hacer una política de recortes.
—Por la política de recortes se convocó en Madrid una protesta para reivindicar la importancia que tiene para la sociedad democrática la universidad.
—Un país necesita buenas universidades y que la gente sin recursos pueda ir a la universidad. Pero lo que me parece interesante no es que sean públicas o privadas, sino que sean de calidad y que las personas puedan acudir con independencia de sus ingresos. Es verdad que hay algunos ámbitos donde la presencia pública es necesaria. La sanidad o la educación me parece que han de ser de calidad y accesibles para el que no tenga dinero. Y esto lo puede hacer la enseñanza pública, pero también puede no hacerlo. La calidad no tiene que ver solamente con el dinero disponible. Puede haber una universidad pública con mucha financiación y una docencia de mala calidad. La calidad tiene que ver con que haya un dinero vinculado a un resultado, cosa que no existe hoy en la universidad pública española.
—Las protestas no son solo de profesores, también de alumnos. Aquí no pasa eso. ¿Son los alumnos de esta universidad demasiado tranquilos o conformistas?
—Yo creo que no gritar y no insultar no es síntoma de pasividad. Yo creo que es sinónimo de alguien que piensa, que es capaz de razonar, que tiene una propuesta, incluso puede que perciba que está en un lugar donde la propuesta se va a escuchar. ¿Para qué voy a gritar o a romper los cristales si la propuesta se va a escuchar? No es pasividad, es talento y sensatez.

Sábado 6 de octubre. Intervención del rector en el homenaje al profesor Esteban López-Escobar (a la izquierda) y junto a la decana de fcom, Mónica Herrero. Foto: M.C.
—¿Cómo le gustaría que le vieran los estudiantes?
—Como alguien interesado por su futuro, por su crecimiento… Alguien que puede echarles una mano. Esto sucede así de modo directo con los alumnos de 4º de Periodismo que es a los que doy clase, pero me gustaría que los demás también pensaran que el rector es un profesor para quien lo importante de la universidad es formar buenos alumnos.
—¿Qué balance hace de sus primeros 100 días como rector?
—Creo que desde el Rectorado hemos podido impulsar bastantes proyectos. Siempre he dicho que en la Universidad de Navarra el cambio de rector no es un cambio de rumbo aunque, por supuesto, al que le toca gobernar tiene sus prioridades y criterios y deja su sello personal. Lo que he visto en estos 100 días, lo que más me ha gustado es que en la Universidad de Navarra un porcentaje altísimo de personas apoyan al rector, sea quien sea. En estos 100 días, pese a la situación económica de España, he visto entusiasmo, ilusión, esperanza, unión, convicción, espíritu de equipo, orgullo de pertenencia y esto son mimbres espectaculares para construir algo valioso.
—¿Le ha cambiado mucho la vida desde que es rector?
—Me ha cambiado un poco. Yo antes era el dueño estrictamente hablando de mi agenda. Ahora, en mi agenda aparecen cosas que yo no he decidido. Siempre que un decano quiera verme, en 24 horas lo metemos en la agenda. Siempre que un vicerrector quiera verme en el día, lo metemos en la agenda. No controlo mi agenda, tengo un poco más de actividad representativa de la que me gustaría, pero es inevitable, y luego tengo una responsabilidad mayor. Encima, cuando bajo del edificio hay un conductor con un coche oficial que me está esperando. Me ha cambiado pero no me quejo, he aceptado este cambio y afronto el tiempo que me queda como rector con ilusión, esperanza, como una oportunidad extraordinaria para poder servir a una institución extraordinaria a la que quiero un montón, con lo cual no puedo quejarme.

Sábado 1 de diciembre, en el Polideportivo de la Universidad de Navarra. El defensa central Alfonso Sánchez-Tabernero inicia el juego de ataque de su equipo. Foto: P.S.
—Es un apasionado del fútbol. ¿Por qué es importante el deporte?
—El deporte me gusta. Lo he practicado siempre. Creo que tiene grandes ventajas. Es un modo de descansar para quien tiene una tarea que es intelectual y no física. Para los que estamos todo el día hablando, escuchando, el deporte es un gran contrapeso. Es un lugar que ayuda a hacer amigos. El deporte en equipo, en particular el fútbol, es una oportunidad de amistad. Es una escuela de comportamiento ciudadano, de virtudes. Hay cosas muy importantes como es saber perder, ganar, compartir, ponerse en el lugar de otro.
PERFIL
Un experto en dirección estratégica de empresas de comunicación
Alfonso Sánchez-Tabernero nació en Salamanca (España) en 1961. Licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, es profesor de Empresa Informativa y ha dirigido el Máster en Gestión de Empresas de Comunicación.
Ha sido profesor de Estructura de la Información Periodística y vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Información en la Universidad del País Vasco. En 2007 obtuvo la habilitación de Catedrático. Entre 1996 y 2005 fue decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.
Es PDG por el IESE de la Universidad de Navarra y Visiting Fellow del European Institute for the Media (Dusseldorf, Alemania). También ha sido profesor visitante de la Universidad de Manchester (1990-1992) y de la Universidad de Northwestern de Chicago (1996). Colaboró con el Institute for Media & Entertainment, un centro del IESE en Nueva York. Ha sido Presidente de la European Media Management Education Association (1998-2004).
Su investigación se centra en todo lo relacionado con la dirección estratégica de empresas de comunicación. Autor de diversos libros e informes, entre sus últimas publicaciones se encuentran “Los contenidos de los medios de comunicación: Calidad, rentabilidad y competencia”, 2008, ediciones Deusto, e “Innovación en los medios. La ruta del cambio”, 2012, con el profesor Francisco Javier Pérez-Latre, en la editorial EUNSA.
De 2005 a 2007 fue el primer vicerrector de Comunicación Institucional de la Universidad de Navarra y, desde ese año y hasta su nombramiento como rector el 28 de agosto de 2012, era vicerrector de Relaciones Internacionales.