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Cuatro profesores de fcom reciben la Medalla de Plata tras 25 años en la Universidad de Navarra

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Cuatro profesores de la Facultad de Comunicación recibirán hoy, festividad de Santo Tomás de Aquino, la Medalla de Plata de la Universidad de Navarra, en reconocimiento a sus 25 años de servicio a la institución académica. En el acto público, que tendrá lugar a partir de las 19:00 horas en el Aula Magna del Edificio Central, el rector de la Universidad, Alfonso Sánchez-Tabernero, impondrá un total de 96 medallas a otros tantos profesionales del centro.

En fcom, los que este año alcanzan sus bodas de plata docente son Ana Zabalza, Mercedes Montero, Eduardo Terrasa y Fernando López Pan, cuatro antiguos alumnos que decidieron quedarse a enseñar donde les habían enseñado a ellos. En el acto, además, será la profesora Montero la encargada de pronunciar unas palabras de agradecimiento en nombre de los 96 homenajeados.

Ana Zabalza, junto a su archivo con todos los alumnos de fcom a los que ha dado clase. Fotos: M.L.

Ana Zabalza
“Me siento como en casa, ¡fue una vez de verdad mi casa!”

Ana Zabalza lleva la Universidad de Navarra en la sangre. Nació en Pamplona, y casi en el mismo campus, puesto que parte de él era de su abuelo antes de construirse la primera facultad. Sus tíos formaron parte de la primera promoción, y más tarde ella se quedó en la que había sido su casa para estudiar Historia. Trabajó unos años en ISSA, en San Sebastián, y luego volvió a Pamplona para incorporarse al Departamento de Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras, del que aún forma parte. Sin embargo, en fcom, (donde imparte Historia del Mundo Actual y coordina intercambios y el programa Erasmus) la consideran una más, lo que le enorgullece “muchísimo”. Habla de la facultad como un sitio lleno de dinamismo, un elixir de la eterna juventud, y agradece cada día que hace 25 años apostaran por ella.

Como los otros tres galardonados, recuerda su primera clase como “un momento fatídico”, en el que tuvo que imaginase que hablaba a un campo de coliflores, y reconoce que aún siente algo de ese pánico escénico al enfrentarse a una clase: “Es parte del instinto de supervivencia, de que estás vivo”.

Resume todos estos años en muchos momentos buenos pero también malos, en los que dice haber crecido y aprendido más. Piensa que en la universidad “te quieren por lo que eres y por lo que puedes llegar a ser”, y que todavía no ha dado lo mejor de sí misma. Confía en seguir enseñando durante muchos años más y cree firmemente –y con una gran sonrisa en la cara– que lo mejor está por llegar.

Mercedes Montero
“Siempre piensas que estás sembrando algo que dará fruto”

Mercedes Montero con el libro que han tenido que leer todos sus alumnos de primer curso.

Mercedes Montero siempre había sentido pasión por la investigación y la docencia, pero al terminar la carrera (en la que compartió clase, entre otros, con Eduardo Terrasa) salió a trabajar al mundo profesional porque no era fácil quedarse en la universidad a hacer la tesis. Trabajó en medios de comunicación, en una agencia de colaboraciones y en la radio, hasta que un profesor le propuso la tesis y volvió “sin dudarlo un segundo”. Actualmente es directora del Departamento de Comunicación Pública, y profesora de Historia de la Comunicación e Historia de la Publicidad Española.

En estos 25 reconoce habérselo pasado “fenomenal”, mientras maduraba mucho como persona. Se le han pasado “volando” y se ha divertido mucho con sus compañeros. Agradece poder trabajar con jóvenes porque ayudan a estar al tanto de lo que ocurre en el mundo. “Disfrutas mucho porque la gente joven lo que tiene delante es solamente futuro, esperanza. Siempre piensas que estás sembrando algo que dará fruto porque tienen todo el tiempo por delante”.

Su primer día de clase, como ayudante de Historia Universal Contemporánea, lo recuerda “con horror, como si fuera ayer”. Se aprendió todo de memoria y fue sin ninguna nota para que sus alumnos se dieran cuenta de que “dominaba”, pero… “me temblaba tanto el micrófono en la mano, que no engañé a nadie”.

Cuenta que ese mismo año alguien le animó a ver la ceremonia de las Medallas de Plata, que entonces sólo recibían 16 profesionales. Se quedó fascinada y pensó: “¡Yo quiero que me den esa medalla!”, la edad que iba a tener para entonces, y que no le iba a importar ser tan mayor. Está deseando que llegue el momento, y le hace muchísima ilusión. En el futuro se ve trabajando a los 95 años (“tal y como están las cosas”), y le encantaría llegar a tener los méritos suficientes para que el Gran Canciller le otorgue la Medalla de Oro, aunque cree que hay gente fantástica que está por delante de ella.

Eduardo Terrasa, delante del mapa con ilustraciones de todo el mundo que decora su despacho.

Eduardo Terrasa
“A mí lo de que te cuelguen medallas nunca me ha gustado mucho”

Tras terminar la carrera, y recién ordenado sacerdote, a Don Eduardo Terrasa le surgió la posibilidad de seguir en la Universidad al acabar sus estudios. Don Alfonso Nieto, el entonces rector de la Universidad de Navarra, había trabajado con él en el departamento que hoy sería el de Empresa Informativa, y le tenía especial cariño, así que le ofreció los dos cargos que, 25 años después, ocupa: Capellán de la Facultad y profesor de Antropología.

Don Eduardo recuerda con gran afecto a su mentor: “Fue quien me abrió la mente hacia lo que es realmente la universidad, el afán de enseñar algo, que lo importante son los alumnos, y que cada persona tiene un mundo dentro”. Es sin duda uno de sus mejores recuerdos: la personalidad de Don Alfonso y todo lo que le enseñó.

Agradece de estos años haber conocido a gente tan distinta, “en un clima de confianza, de cercanía, de búsqueda y de inquietud”. Se lo ha pasado “en grande”, algo que considera fundamental en cualquier trabajo. Nunca se había visto recibiendo la Medalla de Plata y creía que cuando llegara el momento se olvidarían de él, y él no diría nada. Pero al preguntarle dónde se ve en el futuro, lo tiene claro: “Si no se cansan de mí, yo seguiré aquí”.

Fernando López Pan
“Yo no descubrí mi vocación universitaria, me ayudaron a descubrirla”

Fernando Lopez Pan se apoya en la teja de plomo lista para rotativa que hay junto a su despacho.

Cuando Fernando López Pan eligió a la Universidad de Navarra, solo fue con el objetivo de hacer una carrera. Pero, como Don Eduardo, empezó a descubrir lo que es realmente el ambiente universitario. Le enseñaron a debatir, a conversar, a buscar el sentido de las cosas… Gabriel Galdón, director del antiguo Centro de Documentación Periodística, le invitó a formar parte de la asignatura como alumno interno y le animó a quedarse a hacer la tesis cuando terminó la carrera. Paco Sánchez le dirigió la tesis, y fue otra de las personas que le marcaron y al que reconoce deberle muchísimo, y del que habla como de un hermano.

Desde entonces ha trabajando “muy a gusto, con mucha ilusión, y teniendo un gran afán por mejorar, siempre sometido a retos”. Comenta que el ambiente de la universidad es muy cercano, entre los profesores, con los alumnos… Y que el trabajo universitario, aunque parezca muy rutinario, en realidad es emocionante y obliga a cambiar continuamente, porque tiene una parte de investigación que es siempre novedosa. “El propio trabajo de la docencia tiene un punto de arte, no es algo mecánico. Estás constantemente aprendiendo y conociendo gente nueva que te mantiene relativamente joven”.

Paradójicamente, al terminar su primera clase como ayudante de Redacción Periodística (una de las asignaturas que ahora dirige), lo primero que pensó fue que nunca iba a ser capaz de ponerse delante de una clase para explicar nada. “Era muy tímido, un manojo de nervios, no podía ni moverme”.

Cuando se enteró hace una semana de que le iban a dar la Medalla se llevó una gran sorpresa porque pensaba que todavía le quedaban varios años. En el futuro se imagina en su universidad, leyendo sus libros en la biblioteca (quizá en alguna nueva tableta), dando sus clases (quizás por Skype o similar), pero sobre todo en las prácticas con sus alumnos, “en persona, como no hay mejor modo”.


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